Nuestra Señora de Peñarroya
Antigua Patrona de Tomelloso (Ciudad Real)

La devoción hacia Nuestra Señora de la Encarnación, cuyo santuario se sitúa en el Castillo de Peñarroya, hundiendo sus raíces en la Edad Media, gozó en el siglo XVIII de un amplio radio de influencia. Además de las dos villas históricamente vinculadas al santuario, -Argamasilla de Alba y La Solana-, existieron otras poblaciones más distantes, como El Toboso, Miguel Esteban, Munera, Las Pedroñeras y Campo de Criptana, que también concurrían a sus romerías. Junto a ellas, Tomelloso, vecina de Argamasilla y equidistante con ésta del santuario, también le manifestó singular devoción desde antiguo, considerándola Patrona aunque no de forma canónica. Esta circunstancia fue motivo de no pocos altercados entre los devotos de ambas localidades.

El 16 de septiembre de 1876 los vecinos de Tomelloso solicitaron por escrito al Obispo-Prior de Ciudad Real, poder participar en el reparto de la imagen que venían haciendo las poblaciones de Argamasilla de Alba y la Solana, con el fin de que ésta permaneciera en Tomelloso todos los años durante dos meses. Consultada la petición con las dos Cofradías ya instituidas, ésta les fue denegada. Ante este previsible resultado, se decidió realizar una nueva imagen para Tomelloso.

En 1905 de estampó una lámina en cuya parte inferior reza: “Ntra. Sra. de Peñarroya, Patrona de Tomelloso. Se litografió a devoción del Sr. Cura Vicario D. Eduardo Sánchez Aranda. Año de 1905. Litografía F. Casado. Pza. Bib Rambla. Granada.”

Sin embargo, la devoción a esta nueva imagen nunca terminó de afianzarse, debido quizá a la cercanía geográfica con el histórico santuario. En la tarde del 9 de septiembre del año 1930, en el contexto de la celebración del IV centenario de la fundación de la villa y según consta en el programa de festejos que se publicó para la ocasión, esta imagen procesionó por primera vez. Podría decirse que con el inicio de la guerra civil de 1936, terminó de extinguirse su devoción. 

En cuanto al destino de la sagrada efigie que podemos ver en la fotografía, todo son conjeturas: para unos, la imagen corrió la misma suerte que otras muchas, siendo pasto de las llamas; para otros, continuó venerándose tras la guerra bajo distinta advocación, en la Semana Santa; otros sostienen que se guarda en un domicilio particular.    

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(Fotografía obtenida del libro “La Argamasilla que nos precedió” de Pilar Serrano de Menchén)