Nuestra Señora del Castillo 
Patrona de Chillón (Ciudad Real)

Se encuentra su ermita ubicada en el interior de un recinto defensivo de origen presumiblemente musulmán y más tarde cristiano, encaramado sobre los riscos de la sierra de Cordoneros. Desde este privilegiado mirador, se divisan tierras de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha.

La imagen de la Virgen, que ha llegado hasta nuestros días bastante bien conservada, es una talla sedente de época tardo-medieval. En base a esta datación, tenemos determinada la antigüedad de su culto, aunque no la razón de su presencia en el castillo. Para paliar este vacío documental nació la leyenda estereotipada que relata el hallazgo de la imagen por un pastor, oculta en una oquedad al pie de las murallas. 

La ermita consta de una sola nave con cubierta de madera apoyada sobre arcos de diafragma apuntados. El presbiterio se cubre con una armadura de tradición mudéjar y está presidido por un retablo barroco tallado en madera y dorado. También se conservan otros dos retablos más pequeños: uno de estilo renacentista con dos tablas pintadas que representan a Santa Catalina y al Apóstol San Andrés; otro de estilo barroco, sin dorar, flanqueado por dos estípites montadas en sentido invertido. 

Del glorioso pasado de este santuario, Fray Cayetano del Santísimo (1752-1786), Carmelita Descalzo natural de Chillón, dejó escrito lo siguiente: “En todos estos tiempos ha sido venerada, aun desde las partes más remotas, como son Méjico y el Perú, de donde han venido vestidos para la Virgen, lámparas, arañas, frontal de plata de martillo, mandándose retratar los devotos, como hoy se ve en los retratos de capitanes y caballeros”. Dan buena fe de ello las piezas de orfebrería relacionada con el culto a la Virgen conservadas en el museo parroquial. Informa el religioso sobre la existencia de dos Cofradías, así como de grandes viviendas en el recinto del castillo por ser un lugar muy concurrido en aquella época.

Se ha conservado en el archivo parroquial la transcripción de una Bula otorgada por Urbano VIII a los cofrades de Nuestra Señora del Castillo concediéndoles indulgencia plenaria en las festividades de la Virgen.

Entre los muchos devotos que han orado ante esta imagen figura San Juan de Ávila, que aquí confesó y predicó a un numeroso auditorio durante una de sus giras apostólicas por tierras cordobesas. Se afirma igualmente, aunque sin base documental, que también Santa Teresa de Jesús visitó la ermita con ocasión de alguno de sus viajes fundacionales.

En la fotografía podemos ver la sagrada efigie saliendo del templo parroquial en procesión, con numeroso acompañamiento de devotos. Pudo ser tomada a comienzos del siglo XX.

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(Fotografía: colección particular. Chillón)